En los últimos años se ha moderado el número de matadores que se visten de luces a lo largo de cada temporada. El número creció, en exceso, en la década de los 90. En los últimos años (desde el respeto individual) ha resultado demasiado "fácil" tomar la alternativa. Las exigencias normativas deberían ser mayores, en términos generales.
Aunque me contradiga, fuera de las exigencias normativas, cualquier persona capaz de demostrar que reune el valor y conocimientos suficientes, debe ser autorizado. No estaría demás que esas instituciones taurinas, que de poco sirven, estudiaran una actualización de la profesión de torero.
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