Era San Isidro de 1953. Rafael confirmó a
Antoñete lo gra torero que era (el de la Isla).
Desde entonces el madrileño admira al Tesoro
y no pierde ocasión de decirlo. El testigo fue
Julio Aparicio.
Sin pretensiones, salvo compartir con quienes coincidan en mis gustos taurinos, los muchos buenos ratos que me paso leyendo cosas de Toros. (fabad)
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