Novillada sin caballos del hierro de El Soldado. Novillos muy chicos y terciados, algunos con hechuras de añojos. Todos nacidos en enero de 2008, salvo el primer sobrero, de marzo. Pesaron entre 228 y 277 kgs. Muy flojos y desrazados en general, con alguna excepción. Sin complicaciones para los novilleros.
Flojo y rajado el 1º. Se deja el 2º. Se deja, con sus cosillas, el 3º. Flojo el 4º, que cabecea en exceso. Totalmente suelto y descastado el 5º, que rehuye la pelea. Muy flojos el 6º, el 6º bis, e incluso el 6º tris.
Novilleros
Javier Ortiz: Paradigma del toreo postmoderno. Colocación al hilo y fuera de cacho, sin cruzarse en ningún momento, vaciando la embestida hacia fuera, desplazando al novillo y llevándolo muy lejos, sin ajuste ninguno. Le tocaron un aviso al marrar en infinidad de ocasiones con la cruceta.
El Alvareño: Recibe en la puerta de chiqueros, lo que muestra su arrojo. Muy dispuesto, replicando el quite de su compañero, con unas chicuelinas con gusto, ajuste y las manos muy bajas. Había parado al novillo con una tanda de verónicas meritoria, sacándolo al centro del ruedo ganando terreno, con la pata adelante y las zapatillas muy firmes. Con la muleta, torea con gusto, buena disposición y buen concepto: dando distancia, la muleta plana, adelantando la mano, aunque se deja la pierna de salida atrás (como casi todos hoy en día). Enjareta un par de muletazos muy desmayados, con mucho gusto, con la derecha. Corta una oreja tras un estoconazo e infinidad de descabellos. En novillero.
Romero Hernández: Banderillea. No dice mucho toreando, no está ni mal. Muy verde, pero se deja la pierna de salida adelantada. Sufre un revolcón. 1 oreja de paisanaje.
Mateo Julián: Con gusto y verdad en su toreo de capa. Sin profundidad en el toreo de muleta, fuera de cacho, dejándose enganchar la muleta por el cabeceo del novillo. Remata la faena con “mangurrinas” que gustan a la gente. 1 oreja con fuerte petición de la segunda.
José Palma: Faena con mucho pellizco a un manso, al hilo de las tablas, al que tuvo que perseguir en sus comienzos. Al principio, todo por algo, con gusto, toreo gitano del caro, especialmente en un par de tandas de naturales que no será tan fácil volver a ver en toda la feria. Un gusto y unas formas de las que no se aprenden. Mal y mal asesorado con la espada, cuando en lugar de descabellar, siguió entrando a matar repetidamente, a pesar de meter la espada en alguna ocasión con fortuna u oficio. Fuerte ovación. Si torear es tener un misterio para decir, y decirlo, éste, tiene algo que decir. Ahora, que le enseñen a decirlo.
Miguel Ángel León: Gustó menos este torero que en el año anterior, cuando sorprendió por sus formas. Este año, una réplica (económica) de Daniel Luque en el 6º tris. Esperpento presidencial con los pañuelos verdes, cambiando al novillo en el último tercio, en la segunda tanda de muleta (¿tuvo que llamar Obama...?).
Flojo y rajado el 1º. Se deja el 2º. Se deja, con sus cosillas, el 3º. Flojo el 4º, que cabecea en exceso. Totalmente suelto y descastado el 5º, que rehuye la pelea. Muy flojos el 6º, el 6º bis, e incluso el 6º tris.
Novilleros
Javier Ortiz: Paradigma del toreo postmoderno. Colocación al hilo y fuera de cacho, sin cruzarse en ningún momento, vaciando la embestida hacia fuera, desplazando al novillo y llevándolo muy lejos, sin ajuste ninguno. Le tocaron un aviso al marrar en infinidad de ocasiones con la cruceta.
El Alvareño: Recibe en la puerta de chiqueros, lo que muestra su arrojo. Muy dispuesto, replicando el quite de su compañero, con unas chicuelinas con gusto, ajuste y las manos muy bajas. Había parado al novillo con una tanda de verónicas meritoria, sacándolo al centro del ruedo ganando terreno, con la pata adelante y las zapatillas muy firmes. Con la muleta, torea con gusto, buena disposición y buen concepto: dando distancia, la muleta plana, adelantando la mano, aunque se deja la pierna de salida atrás (como casi todos hoy en día). Enjareta un par de muletazos muy desmayados, con mucho gusto, con la derecha. Corta una oreja tras un estoconazo e infinidad de descabellos. En novillero.
Romero Hernández: Banderillea. No dice mucho toreando, no está ni mal. Muy verde, pero se deja la pierna de salida adelantada. Sufre un revolcón. 1 oreja de paisanaje.
Mateo Julián: Con gusto y verdad en su toreo de capa. Sin profundidad en el toreo de muleta, fuera de cacho, dejándose enganchar la muleta por el cabeceo del novillo. Remata la faena con “mangurrinas” que gustan a la gente. 1 oreja con fuerte petición de la segunda.
José Palma: Faena con mucho pellizco a un manso, al hilo de las tablas, al que tuvo que perseguir en sus comienzos. Al principio, todo por algo, con gusto, toreo gitano del caro, especialmente en un par de tandas de naturales que no será tan fácil volver a ver en toda la feria. Un gusto y unas formas de las que no se aprenden. Mal y mal asesorado con la espada, cuando en lugar de descabellar, siguió entrando a matar repetidamente, a pesar de meter la espada en alguna ocasión con fortuna u oficio. Fuerte ovación. Si torear es tener un misterio para decir, y decirlo, éste, tiene algo que decir. Ahora, que le enseñen a decirlo.
Miguel Ángel León: Gustó menos este torero que en el año anterior, cuando sorprendió por sus formas. Este año, una réplica (económica) de Daniel Luque en el 6º tris. Esperpento presidencial con los pañuelos verdes, cambiando al novillo en el último tercio, en la segunda tanda de muleta (¿tuvo que llamar Obama...?).
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